Capítulos
En este espacio, nos sumergiremos en el vibrante mundo de la literatura juvenil a través de breves y emocionantes resúmenes de cada capítulo de la novela juvenil "El Rey del Mundo"
Capítulo 1: Un misterio

En este capítulo se describe un misterio en un reino donde frases enigmáticas son escritas en las paredes durante la noche, desconcertando a todos. A pesar de torturar a sospechosos, la autoría sigue siendo un enigma. Las frases sugieren reflexiones sobre la locura, la verdad, la búsqueda de señales, la transformación personal y la autoconciencia. La tensión aumenta a medida que las frases continúan apareciendo, desafiando a la autoridad y provocando intriga en el reino. La actitud del rey hacia las leyendas que considera absurdas y perjudiciales para su reino. El rey se muestra enfadado y frustrado por lo que considera un desorden en su sociedad, basada en la precisión y la utilidad de las cosas. Él ve su reino como una máquina social que debe funcionar de manera eficiente y sin distracciones. El rey rechaza la ambigüedad y la creatividad en favor de la claridad y la lógica. Sin embargo, su obsesión por el control y la racionalidad parece afectar su salud, ya que sufre de sobredosis de bilis después de cada arrebato de ira. El rey prohíbe el absurdo, pero luego se encuentra con frases que desafían su autoridad y promueven la creatividad y la humanidad. A pesar de sus intentos por detenerlo, las frases continúan apareciendo en todo el reino, lo que lleva a que se le conozca como "El Reino del Absurdo".
Capítulo 2: El cumpleaños

En este capítulo se describe cómo
el rey decide casarse por cuarta vez en vísperas de su cumpleaños, lo que
desencadena una serie de eventos en los que se moviliza a toda la población
para encontrar a la nueva reina. Matronas seleccionan a las mujeres más bellas,
jueces eligen a las semifinalistas, sastres y costureras trabajan arduamente
para vestirlas, y madres compiten para asegurar que su hija sea la elegida. La
ciudad se llena de expectación y emoción mientras las candidatas desfilan en
carruajes, repartiendo besos al aire. El rey convoca a jóvenes de todo el reino
para elegir una esposa. Durante una semana, las jóvenes desfilan ante él, cada
una con su propia interpretación de los cuentos de hadas. Sin embargo, el rey,
en lugar de interesarse por encontrar una esposa, revela que en realidad desea
ir de caza y capturar un dragón. Esto desencadena una serie de intentos
fallidos por parte de sus servidores para complacer sus deseos, incluyendo la
idea de disfrazar a un toro como un dragón. Finalmente, aquellos que idearon
esta estrategia terminan en los calabozos reales.
En esta ocasión, el rey decide soltar bandadas de palomas como parte de la celebración de su cumpleaños. Para ello, se ordena la captura de todas las palomas del reino y se encierran en las mazmorras del palacio hasta el día de la celebración. Sin embargo, cuando llega la mañana de la fiesta, solo unas pocas palomas logran elevarse desde su cautiverio, causando pena entre el pueblo.
Capítulo 3: La flor
Este capitulo describe que el Rey, al abrir la ventana disfruta del paisaje primaveral, es sorprendido al escuchar a una flor hablar. Aunque inicialmente se muestra escéptico, la flor le indica que los humanos también pueden hablar, lo que lo sorprende aún más. El Rey se da cuenta de que la comunicación no es exclusiva de los seres humanos y que hay más en el mundo de lo que él creía. El Rey, sorprendido al escuchar a una flor hablar, se pregunta si está soñando, pero un pellizco en el cachete confirma su vigilia. Asombrado, pregunta si las flores se comunican entre sí, y la flor le revela que sí, explicando que cada elemento de la naturaleza tiene su propio lenguaje. Aunque el Rey duda de la veracidad de esta afirmación, se da cuenta de que hay mucho más en el mundo natural de lo que él creía. La flor explica al Rey que aprendió a comunicarse en el lenguaje humano, siendo la primera en lograrlo. El Rey reflexiona sobre las posibles consecuencias de esta habilidad: si más flores y elementos naturales aprenden a hablar, podrían protestar contra las acciones destructivas de los humanos, revelando secretos y generando levantamientos en la naturaleza. El Rey, temiendo las posibles consecuencias de que las flores y otros elementos naturales hablen, decide silenciar a la flor que había aprendido a comunicarse. Ante su temor de una rebelión incontrolable, arranca la flor de raíz, negando así la posibilidad de que las flores hablen en su reino.
Capítulo 4: El oso

Un joven ambicioso decide impresionar al Rey, quien disfruta de la caza, cazando un gran oso. Para ello, se aventura en los bosques del norte, conocidos por su peligrosidad, y tras un mes de búsqueda y desafíos, logra cazar un oso gigantesco. La piel del animal es convertida en una alfombra para el Rey, con la intención de proporcionarle comodidad al levantarse de la cama.
El Rey se sorprende gratamente con el regalo del joven: una alfombra hecha de la piel de un oso gigantesco. Al medirla, se da cuenta de su extraordinario tamaño, mucho mayor que cualquier oso que haya cazado en su vida. Sin embargo, su alegría se convierte en rencor al darse cuenta de que el joven ha superado sus logros. En un giro inesperado, el joven termina encarcelado en una celda amplia, con la misma piel de oso como suelo, donde finalmente muere de hambre.
Capitulo 5: El traje

Un par de sastres llegan al palacio desde tierras lejanas, prometiendo tejer para el Rey un traje tan especial que solo sería visible para personas verdaderamente inteligentes. El Rey, escéptico ante la idea, anticipa una farsa y se imagina a sí mismo paseando desnudo por las calles mientras la gente finge ver su traje "esplendoroso" para no parecer tonta.
En este capitulo se sugiere que la conexión directa entre una frase en particular y el incidente con el Rey y los sastres bribones es incierta. En cambio, se plantea que la frase podría ser un llamado a la sinceridad y honestidad, instando a abandonar la falsedad cotidiana y vivir en la verdad. Se especula que palabras como "libertad" y "pureza" podrían haber causado malestar al Rey, quien las odiaba intensamente. Posteriormente, se mencionan otras frases: "no solo la verdad nos hará libres: la libertad nos hará verdaderos" y "solo finge quien tiene miedo, solo tiene miedo quien finge". Estas reflexiones sugieren una conexión entre la verdad, la libertad y el miedo, posiblemente relacionada con el comportamiento del Rey y su aversión a ciertos conceptos.
Capítulo 6: El amor

El Rey experimenta una sensación nueva y desconocida que su consejero identifica como amor. A pesar de haber estado casado tres veces antes, el Rey nunca había sentido algo similar. La mujer que le ha llamado la atención no es joven ni especialmente hermosa, pero su sonrisa parece iluminar el mundo y su presencia lo hace sentir bueno, tierno y generoso. A diferencia de su naturaleza habitual, el Rey no intenta forzarla, sino que intenta conquistarla con cenas y regalos, a pesar de que ella se niega delicadamente. Sin embargo, la mujer no puede verlo como un hombre, sino solo como un Rey. Una mujer le explica al Rey que un Rey no puede amar, ya que su deber es gobernar, ordenar, conquistar, decidir y manejar, entre otras responsabilidades. Según ella, si el Rey amara, el amor ocuparía su trono y él se convertiría en súbdito del amor, renunciando al control absoluto. El amor, afirma la mujer, llevaría al Rey a capitular ante los deseos del corazón y a priorizar el presente, la ternura y la entrega total sobre el control y la razón. A pesar de la confusión del Rey, la mujer sugiere que renunciar al control total no significa renunciar a todo, sino permitir que el amor guíe las decisiones sin temor al desastre. La mujer le explica al Rey que lo que él cree es solo su percepción, y que en realidad, permitir que el amor guíe las decisiones llevaría a que todo encuentre su verdadero curso. Aunque el Rey considera esta idea una locura, la mujer la describe como una hermosa locura, la locura de la libertad. El Rey se muestra confundido y molesto, sin entender el concepto. La mujer le explica que entenderlo implicaría dejar de ser Rey para convertirse en alguien que facilita la satisfacción de las necesidades más profundas de la gente. Ser alguien que facilita implica acatar lo que dicta el corazón y la gente, y no imponer, sino sugerir, soñar, proponer y contagiar a los demás con el ejemplo. A pesar de la confusión del Rey, la mujer insiste en que cuando él comprenda, dejará de ser Rey para convertirse en un facilitador del bienestar de los demás.
La mujer insistía en que el Rey solo podría amarla de verdad si renunciaba a sus armaduras y riendas, y se entregaba al verdadero reino de la libertad que es amar sin restricciones. Mientras tanto, el Rey se mostraba distraído y ausente, deambulando por el palacio y los jardines como un fantasma silencioso. Su cambio de comportamiento preocupaba a algunos súbditos, quienes temían el futuro sin su mano firme en el gobierno.
Capítulo 7: El tesoro

Cuando el Rey salía a cazar, prefería adentrarse solo en territorios poco explorados. Una vez que conseguía su presa, solicitaba ayuda a sus asistentes para transportarla. En una ocasión, mientras perseguía un venado dorado de cuernos afilados, su caballo dio un salto inesperado y el Rey cayó sobre una pendiente rocosa. Al despertar de un sueño aterrador, se encontró en una cabaña oscura y maloliente, donde un hombre con aspecto salvaje y misterioso lo observaba desde la entrada, sosteniendo algo entre sus manos.
El Rey, aterrorizado al descubrir un hombre con un hacha, intentó escapar pero se dio cuenta de que tenía una pierna rota y múltiples magulladuras. El hombre aseguró que no lo mataría, sino que lo cuidaría hasta que se recuperara. Después de improvisar un entablillado para la pierna del Rey y tratar sus heridas, lo alimentó con una sopa de sabor desagradable. Durante su convalecencia, el Rey experimentó delirios causados por la fiebre. Cuando finalmente se recuperó lo suficiente como para moverse, descubrió que nadie lo había encontrado antes debido a su ubicación remota. Después de un mes de recuperación, el Rey se sintió lo suficientemente fuerte para cabalgar. Se despidió del hombre que lo había cuidado y montó su caballo.
Al preguntar si debía cumplir sus promesas, el hombre respondió que no esperaba nada a cambio. Cuando el Rey preguntó si algún día revelaría sus lamentos nocturnos, el hombre dijo que no, pues el Rey tiene derecho a expresar su dolor como cualquier otro ser humano o animal. Esta afirmación llevó al Rey a preguntar si realmente creía que era igual que los demás, incluso que los animales, y desenvainó su espada.
Capítulo 8: La venganza

El Rey descubrió que uno de sus cortesanos odiaba a otro con intensidad. Impresionado por este odio, lo convocó y le preguntó por qué sentía tal odio. El cortesano explicó que su enemigo era responsable de que no pudiera amar nada en el mundo; el odio que sentía ocupaba todo su corazón, dejando ningún espacio para el amor.
El cortesano le explicó al Rey que ya no recordaba claramente el origen de su odio, pues con el tiempo los hechos se confundieron en su mente. A pesar de la incertidumbre sobre la realidad de su odio, se ratificaba en él porque se había convertido en su razón de existir y lo había alimentado durante décadas, dándole motivación para vivir y vengarse de su enemigo. El Rey, impresionado por su determinación, le ofreció concederle cualquier deseo, advirtiéndole que cualquier cosa que pidiera para sí mismo, sería duplicada para su enemigo. Un hombre le pide al rey que le haga daño físico a su enemigo, mostrando una determinación sorprendente. El rey, reconociendo la profundidad del odio del hombre, sugiere que es probable que su enemigo muera como resultado de los daños. El hombre acepta esto con fervor. Sin embargo, el rey reflexiona sobre la naturaleza destructiva de la venganza y reconoce que, al satisfacer la solicitud del hombre, en realidad lo está destruyendo interiormente.
En este capítulo se explora las reflexiones del rey sobre la futilidad y el vacío de la venganza. Reconoce que la muerte del enemigo no resolverá su propio conflicto interno, preguntándose qué queda después de la venganza. A pesar de su comprensión, el rey ordena que se haga daño al enemigo, sonriendo irónicamente ante la inevitabilidad del ciclo de odio y violencia.
Capítulo 9: El asesino

El rey organiza un día de campo para sus cortesanos y disfruta de la vista de sus vastos dominios desde una colina. Durante el evento, observa a un hombre vestido con harapos intentando robar entre los restos desperdigados por el pasto. Al mirarlo detenidamente, cree reconocer en él a un asesino buscado que aún no ha sido capturado. Viendo la oportunidad de demostrar su valentía al enfrentarse a este asesino desarmado, el rey decide confrontarlo. El rey se levanta sin alertar a su guardia personal y toma una de sus espadas, acercándose sigilosamente a un hombre que parece ser un mendigo. Intenta decapitarlo de un solo golpe, pero el hombre se da cuenta y huye hacia el bosque dejando atrás su presa. Impulsado por su pasión por la caza, el rey persigue al mendigo descalzo a través del bosque. A pesar de sus esfuerzos, el mendigo logra escapar, dejando al rey sin su "presa".
Furioso y frustrado por no capturar al asesino, el rey se encuentra con un anciano en el bosque y le pregunta si ha visto pasar a un hombre vestido con harapos. El anciano niega con la cabeza sin mirarlo y el rey se tensa, exigiéndole que lo informe si lo ve, ya que se trata de un conocido asesino. El anciano, aparentemente confundido, pregunta qué es un asesino, dejando al rey desconcertado y dudando de cómo responder. El rey finalmente define un asesino como alguien que mata. El anciano sugiere que podría ser un carnicero, luego un soldado, sin comprender la diferencia. El rey, frustrado, explica que un asesino mata personas sin una guerra declarada. El anciano sugiere que podría ser un verdugo del rey, o incluso el rey mismo, lo que enfurece al monarca.
Capítulo 10: El insomio

En este capítulo se narra la experiencia del Rey, atormentado por el insomnio, mientras reflexiona sobre su pasado y las acciones que lo llevaron al poder. Se cuestiona cómo las cosas simples que alguna vez disfrutó se convirtieron en un laberinto de oscuridad. Recuerda el momento en que emboscó y mató al Rey anterior, preguntándose qué sintió en ese momento: ¿placer, rabia, alivio? Este recuerdo lo agita profundamente, haciéndolo sudar frío y levantarse de la cama. Imágenes de aquel acto y los gritos de alegría de la gente al descubrir la muerte del antiguo Rey lo acosan, dejándolo en un estado de agitación, el momento de euforia y caos que siguió al ascenso del protagonista al poder. La celebración colectiva se desborda como un fuego voraz por los campos. Con lágrimas en los ojos, recuerda cómo lo alzaron en una carreta por las calles, proclamándolo como su líder supremo esa misma noche. Revive sus primeras palabras ante la multitud, que le parecieron torpes pero llenas de sincera emoción, hablando de libertad y justicia. Rememora su promesa de liberación para el pueblo, declarando que todos merecen la libertad después de una larga y cruel tiranía.
El momento en que el protagonista insta a la multitud a descubrir su identidad y destino, sin temor a imaginar un mundo mejor. La alegría de la multitud parece desbordante. Luego, el protagonista cierra las puertas del palacio y brinda con sus más allegados en ese momento, algunos de los cuales estuvieron vinculados al Rey anterior asesinado. En este capítuo se reflexiona sobre el significado de la libertad y la justicia para el protagonista. A pesar de ser el gobernante absoluto, se siente atrapado por el poder que ha obtenido. Se cuestiona qué es la libertad y la justicia, sin encontrar respuestas claras. Se pregunta si la justicia es el momento en que mató al antiguo soberano, la angustia que sintió al ver su sufrimiento, o las leyes que luego promulgó para proteger al pueblo y guiarlo por un camino recto.
Capítulo 11: El perro

El Rey tenía un perro fiel que lo salvó de la muerte en varias ocasiones, incluso sacrificando su vida por él. En honor a su lealtad, el Rey erigió una estatua con una inscripción conmovedora. Sin embargo, el Rey adoptó otro perro más feroz, pero eventualmente este lo atacó. El Rey sufre un ataque de su perro, resultando gravemente herido. El perro es sacrificado y arrojado fuera del palacio. Sin embargo, alguien coloca el cuerpo del perro en la estatua en su honor con un mensaje desafiante hacia el Rey. Al enterarse, el Rey reacciona furioso a pesar de su dolor.
En el zoológico del reino, una inscripción advierte sobre no dejarse consumir por las partes oscuras de uno mismo. Cerca, otro mensaje revela temores personales. Un filósofo critica al Rey y es condenado. Sus palabras provocan debate. Pronto, un mensaje exige la expulsión del perro asesino, reflejando el descontento popular.
Capítulo 12: El adivino

En el Salón de Audiencias Reales, un famoso "adivino" ofrece al Rey revelar un antiguo secreto a cambio de un saco de oro. Afirma que este secreto permitirá al Rey leer las mentes de los posibles traidores. A pesar de la desconfianza inicial del Rey, el "adivino" insiste en el valor del secreto. El Rey, a pesar de sus dudas, aceptó la oferta del adivino. Este confesó que el secreto no existía, pero aseguró que el rumor de que el Rey podía leer mentes disuadiría a los conspiradores. El Rey, complacido, aumentó la recompensa y proclamó su poder sobre los traidores dormidos. Los cortesanos se alarmaron ante sus palabras.
Los súbditos del Rey experimentaban una compleja gama de sentimientos hacia él: admiración y rencor, gratitud y envidia, atracción y terror, codicia y repulsión. Sentían disgusto no solo hacia el Rey, sino también hacia sí mismos por ser cómplices de su propia opresión. Temían que cualquier indicio de descontento o duda ante las órdenes del Rey fuera interpretado como deslealtad. Mientras esperaban al tesorero con los sacos de oro, el Rey reflexionó sobre la astucia del adivino. Consideró que si lo mataba y afirmaba poseer el secreto, se demostraría que este no existía. Dejó al adivino llevarse el oro y lo despidió personalmente, pero al abrazarlo, el "adivino" tembló ante la mirada del Rey. El adivino, sin necesidad de leer la mente del Rey, comprendió que estaba condenado a muerte. Sabía que un agente del Rey lo alcanzaría, lo mataría y enterraría en secreto para recuperar el oro. Aceptando su destino, partió con una sonrisa ante las miradas de temor y rabia de los cortesanos.
Capítulo 13: La cenicienta

Cuando la primera esposa del Rey falleció, él la elogió como una buena mujer por haberle dado muchos hijos varones y por su silenciosa sumisión. La segunda esposa, al adquirir poder en el palacio, no castigó a los hijos varones, pero trató cruelmente a la única hija del Rey, quien deambulaba como un espectro por los corredores. La madrastra sometió a la hija del Rey a servidumbre y constantes humillaciones. Un ministro informó al Rey sobre la situación, comparándola con la historia de Cenicienta, pero sin hada madrina ni príncipe que la rescatara. El Rey, enojado, consideró que su hija merecía el trato por someterse así. El ministro se retiró abatido.
La frase "silencio a tiempo: sabiduría, silencio a destiempo: cobardía" causó un gran revuelo, inspirando otros escritos que desafiaban al Rey. Las calles se llenaron de mensajes como "cenicientas seremos hasta que descubramos otro uso para la escoba" y "decir 'no me importa' es otra forma de colaborar con la tiranía". A pesar de la creciente audacia de las frases, el Rey se sintió impotente ante esta avalancha de desafíos.
Capítulo 14: El enemigo

El Rey estaba eufórico porque su mayor enemigo había sido capturado y ejecutado. Al encontrarse con un anciano cerca del palacio, lo agarró emocionado y le dijo que finalmente había atrapado y eliminado a uno de sus enemigos. El anciano, con calma, preguntó si el enemigo era poderoso, a lo que el Rey respondió que no, solo era un pobre diablo más del mundo. El anciano cuestionó al Rey sobre su orgullo al vencer a un enemigo débil. Enfurecido, el Rey ordenó matarlo por arruinar su alegría.
La frase "Soy la risa que retumbará en tu memoria aún cuando me hayas olvidado" fue descubierta el día de la ejecución de uno de los mayores enemigos del Rey. A pesar de las precauciones, alguien la escribió cerca del cadalso, insinuando que los enemigos del Rey persistirán incluso después de su desaparición. Esta risa se interpreta como irónica, indicando que los tiranos eventualmente caen mientras los pueblos perduran. Es la risa de la victoria, del que ríe al último.
Capítulo 15: El valiente

En todo el reino se decía que solo quedaba un hombre que no le temía al Rey. Cuando fue arrestado y llevado ante él, el hombre confirmó que no le temía. El Rey, desconcertado por su serenidad, consideró matarlo pero pensó que podría aprender su secreto. Aunque temía perder su trono tanto como perder la vida, decidió investigar.
El hombre respondió al Rey explicando que su valor proviene de la aceptación de la naturaleza efímera de la vida y la inevitabilidad de la muerte. Argumentó que nada le puede ser quitado, ya que su cuerpo pertenece a la muerte desde su nacimiento, y todo lo que lo rodea está sujeto al paso del tiempo. El hombre le dijo al Rey que una vez trató de aferrarse a todo, solo para darse cuenta de que era tan inútil como contener agua en sus manos. Le advirtió que nada puede ser verdaderamente poseído. A pesar de la ira del Rey, el hombre continuó, señalando que tanto los elogios como las críticas solo hablan de un fantasma inventado por otros.
El hombre respondió al Rey, señalándole que no es más que un igual en el mundo de máscaras en el que viven. Expresó lástima por el Rey, quien se aferra a lo material y evade lo inevitable. Finalmente, lo despojó de su título de Rey, llamándolo esclavo de sus ambiciones y miedos. El Rey, temblando de miedo, lo mandó matar después de escuchar sus palabras.
Capítulo 16: El cáncer

El sabio del reino hizo un descubrimiento asombroso: los bultos mortales en los cuerpos vivos eran causados por células desquiciadas. Estas células se niegan a morir y, en su afán por sobrevivir, devoran todo a su paso. Los tumores mortales son el resultado de una célula que se ha vuelto loca, desordenando y destruyendo todo, llevando al cuerpo hacia la muerte que intentaba evitar.
El Rey quedó impresionado por el descubrimiento del sabio y ordenó que se publicara el informe, destacando su propio auspicio como "Gran Mecenas de las Artes y las Ciencias". Sin embargo, el sabio fue condenado a muerte por señalar semejanzas entre ciertas actitudes humanas y las células cancerosas en su informe. El sabio concluyó su informe destacando que, aunque los nombres no importan, la pasión egoísta de querer vivir a toda costa, incluso a expensas del medio que lo sustenta, es similar a la actitud de la célula asesina. Tras la ejecución del sabio, el reino se llenó de frases perturbadoras.
En el reino, surgieron frases sombrías como "aquí no pasa nada excepto la muerte que engorda" y "a la fila la próxima víctima, firma: el carnicero". El Rey, agobiado, patrulló las calles pero las pintadas persistieron. Incluso una firma acusaba al Rey de ser una "célula asesina". Enfurecido, el Rey respondió con otra frase amenazante: "a mi inmortalidad le sobra una 't'", firmada por él mismo.
Capítulo 17: El heredero

En este capítulo se narra que uno de los hijos del Rey, conocido por su sagacidad, jugaba en el cuarto de su padre. Cuando el Rey lo notó, le preguntó si se arrodillaría ante él por una moneda de oro. El niño respondió que una moneda era poco y que no se arrodillaría por tan poco. Luego, el Rey le preguntó si lo haría por la mitad de su fortuna, a lo que el niño replicó que en ese caso serían iguales. El Rey quedó turbado por las respuestas de su hijo, quien demostró su sagacidad al entender el valor relativo del poder y la riqueza. A pesar de recibir una moneda de oro como premio, el Rey se preocupó al darse cuenta de que su hijo podría convertirse en un sucesor digno pero desafiante. Esta revelación hizo que el Rey se sintiera amenazado por el futuro incierto.
El Rey, atrapado entre el temor y la ira, escuchó a su alma cantar una canción de cuna. Algunos estudiosos sugieren que esta frase indica que el alma siempre conserva su inocencia infantil, mientras que otros interpretan que en cada persona existe un lugar de paz inmutable, al que podemos recurrir en momentos difíciles. Un poeta parafraseó la idea, sugiriendo que solo los de corazón puro pueden ingresar al cielo de los reinos.
Capítulo 18: El poeta

El poeta más famoso del reino nunca había escrito un solo verso elogiando las virtudes del Rey, como habían hecho otros poetas. Este hecho inusual fue comentado entre los empleados del palacio y llegó hasta el ministro de gobierno, quien informó al ministro principal.
El Rey finalmente confrontó al poeta, quien nunca había escrito sobre él. El poeta, con astucia, respondió que aún no lo había hecho. El Rey, desconcertado, ordenó al poeta que escribiera sobre sus hazañas y logros para pasar a la posteridad. El poeta aceptó, y el Rey lo envió de regreso a su habitación con los materiales necesarios para comenzar su tarea.
El pueblo consideraba que el último libro escrito por el autor era el más grande y poderoso hasta la fecha, aunque creían que no habría más libros en el futuro. Sus versos abordaban temas de luz, crueldad y libertad, culminando con la idea de desterrar al tirano que devora los corazones. Un amanuense indignado informó al Rey sobre el contenido del libro, lo que provocó un violento ataque de ira. El autor fue arrestado, la edición restante fue confiscada y la imprenta clandestina fue cerrada.
El poeta fue encarcelado en una celda oscura y estrecha, donde experimentó emociones encontradas toda la noche. Al amanecer, descubrió un verso que él mismo había escrito años antes. Mientras tanto, el Rey observaba desde su ventana la ejecución pública del poeta, quien caminaba hacia el cadalso con la cabeza erguida, cantando melodiosamente, ante una multitud silenciosa y tensa.
Capítulo 19: El biógrafo

El Rey, con solemnidad, respondió: Deseo ser recordado como el líder que guió a su pueblo hacia la grandeza, que erradicó la injusticia y la pobreza, y que dejó un legado de paz y prosperidad para las generaciones venideras. El biógrafo tomó nota, impresionado por la ambición y la visión del monarca.
El Rey, con voz firme pero ligeramente desconcertada, respondió:Quiero decir que el bienestar del pueblo se logra cuando cada persona cumple con su deber asignado por la providencia, cuando cada elemento de la sociedad está en armonía y contribuye al progreso común. Es la realización de un orden perfecto y una vida en la que cada individuo encuentra su propósito y contribuye al bienestar colectivo.
El Rey expresó su convicción en que el orden debe ser la máxima ley, defendiendo la idea de que solo a través de un orden estricto y vertical se puede alcanzar la grandeza. Insistió en que el orden debe impregnar cada aspecto de la sociedad, desde las calles hasta el espíritu del pueblo. Asimismo, destacó la importancia de que cada acción del Rey sea seguida de una respuesta inmediata y obediente por parte de sus súbditos, comparando esta relación con la coordinación entre el cerebro y el pie. Este enfoque, según el Rey, conduciría a la unificación del pueblo como un solo cuerpo fuerte y marchante hacia un futuro victorioso.
El biógrafo, maravillado por la visión del Rey, se dejó llevar por una pregunta impulsiva: si alguna vez había dudado de sus decisiones. La respuesta firme y ofendida del Rey lo dejó abrumado. Al retirarse, se cuestionó sobre su propia pregunta, atribuyéndola a un espíritu rebelde dentro de sí mismo. El biógrafo se horrorizó ante la idea de rebelión, asociándola con desorden y caos. Sin embargo, una voz interior lo llevó a reconsiderar, sugiriendo que el desorden puede preceder a un nuevo orden, dando lugar a nuevas ideas y cambios profundos. Al llegar a su habitación, decidido, tomó la tinta y comenzó a escribir sin vacilar.
Capítulo 20: La muerte

El Rey comenzó a experimentar signos de envejecimiento prematuro: hinchazón en las piernas, entumecimiento en los brazos y encorvamiento de la espalda. Preocupado, convocó a los médicos del reino en busca de una solución. Uno de los médicos recomendó un cambio en su dieta, pasando de carnes rojas a blancas, de pan a verduras y de alcohol a frutas frescas.
El Rey recibió varias recomendaciones de los médicos. Uno sugirió cambios en su dieta, otro enfatizó la importancia del ejercicio físico, mientras que otro instó a cuidar sus pensamientos y emociones diarias. Reflexionando sobre estas sugerencias, el Rey se preguntó si seguir todas estas indicaciones podría hacerlo rejuvenecer o incluso evitar la muerte.
Los médicos, temerosos de su reacción, le comunicaron que nada podría salvarlo de la vejez ni de la muerte. El Rey, resignado, asintió y se retiró en silencio a sus habitaciones, donde finalmente se permitió llorar en soledad.
Cuando se supo de las dolencias del Rey, hubo un silencioso regocijo en las calles. Algunos vieron la oportunidad de expresar palabras necesarias: "Un campo yermo es todo lo que dejan los que no siembran" (en el camino al cementerio real); "Todas sus victorias son en realidad un funeral" (al lado de la prisión); "Tirano: tus alegrías se alimentan de despojos" (en la salida sur del palacio); "Tiempo y viento dispersan las semillas del mañana" (en la plaza principal); "Todo lo que has llamado eterno, será besado por la escarcha" (en la avenida del Rey).
Capítulo 21: La rebelión

La rebelión finalmente estalló: como si todos hubieran escuchado al unísono una voz indignada dentro de sus cabezas, el pueblo se congregó en las calles, armado con hachas, azadones y piedras, y se dirigió al palacio decidido a derrocar al tirano. A pesar de la firmeza de la temible guardia real ordenada por el Rey, la multitud se enfrentó a las murallas protegidas por armas y soldados. Mientras el pueblo consideraba si continuar con el asalto, el Rey envió un mensajero con una misiva a los líderes rebeldes, advirtiéndoles que la muerte les esperaba incluso antes de llegar a los jardines del palacio.
Insinuaba que aquellos que llegaran a su aposento no lo encontrarían, ya que los pasadizos secretos lo conducirían lejos de allí. Además, sugería que, obligado por las circunstancias, utilizaría los tesoros a su disposición para formar un ejército en el extranjero, invadir sus propias tierras y recuperar el poder, aunque reconocía que esto solo traería más muerte y desolación. Por lo tanto, proponía que le otorgaran una semana para resolver sus asuntos personales y ordenar las finanzas del reino. Concluía pidiendo inmunidad para él y sus allegados, con el objetivo de retirarse definitivamente del poder.
Los líderes consideraron la extraña combinación de amenaza y rendición del Rey como razonable y loable. Decidieron que, una vez que el Rey abandonara el poder, lo arrestarían y llevarían al cadalso sin arriesgar sus vidas. Convencieron al pueblo con estos argumentos aparentemente irrefutables, y este regresó ilusionado, contando los días que faltaban para su libertad.
De acuerdo al plan del Rey, el ejército entró sin resistencia en las calles desiertas temprano en la mañana. Al cumplirse los siete días que el Rey había pedido, organizó una espléndida fiesta en los salones principales del palacio para conmemorar la fecha. Durante el brindis, el Ministro de la Guerra declaró: "Hoy es un gran día para nuestro pueblo, ya que la institucionalidad del poder ha sido preservada de las garras de la sedición".
Gracias a este afortunado hecho, continuaremos luchando por los más altos intereses del reino. Juramos por nuestro honor seguir la senda de nuestros antepasados, orgullosos de nuestra herencia y en busca de mejores días para nuestra patria. Los asistentes aplaudieron emocionados. El Rey, radiante como en sus primeros años de gobierno, finalmente dormiría en paz esa noche, después de mucho tiempo.
Capítulo 22: La premonicíon

En una tarde, mientras dormía la siesta, el Rey tuvo un sueño vívido en el que un hombre alto, de nariz aguileña y una cicatriz en la mejilla derecha lo asesinaba. Al despertar sobresaltado, ordenó llamar a varios adivinos del reino. Llegaron tres, pero el primero no pudo ofrecer una respuesta satisfactoria, lo que enfureció al Rey y resultó en su encarcelamiento inmediato. El segundo adivino le dijo al Rey que el sueño era simbólico, indicando que algo en su vida estaba por terminarse, pero que no necesariamente significaba que su vida estuviera en peligro. Esto enfureció al Rey, quien lo encarceló de inmediato. El tercer adivino afirmó tener la clave del sueño, explicando que representaba la muerte de un joven que había sido ordenada por el Rey.
El tercer adivino explicó que para el Rey, la muerte del joven había sido solo una más en una lista de ejecuciones sin un propósito claro, pero para el padre del joven, esa pérdida había sido devastadora. Según el adivino, el padre del joven había ideado un plan para vengarse del Rey. Primero, trabajó durante años con la ayuda de un hechicero para provocar el sueño que el Rey había tenido. Segundo, logró que el Rey mismo lo llamara al palacio para preguntar por el significado del sueño, y el padre del joven había acudido esa misma mañana ante el Rey. El profeta, al terminar de hablar, levantó la cabeza y, por un breve instante, reveló su nariz aguileña y la cicatriz que cruzaba su mejilla derecha.
Capítulo 23: El círculo

La noticia de la muerte del Rey se propagó como un relámpago en mitad de la noche, desatando el caos en la población. Las calles se llenaron de gente gritando, bailando, bebiendo y lanzando piedras contra las murallas del palacio. Con el tiempo, muchos comenzaron a perseguir, torturar y quemar en hogueras públicas a los seguidores del difunto Rey, acusándolos de persecución, tortura y asesinato durante su mandato. En medio del delirio colectivo, todos hablaban del misterioso hombre de nariz aguileña y cicatriz en la mejilla derecha, quien había eliminado al tirano de un solo golpe. La muerte del Rey fue tan sorpresiva y el desconocido tan poderoso que, según se decía, logró salir del palacio ileso.
El asesino del Rey, mientras se dirigía de regreso a sus lejanas tierras, escuchó el clamor del pueblo agradecido por haberse librado del tirano. Se cuestionó sobre su destino: ¿regresaría a su antigua pobreza, a su amarga soledad, mientras tan cerca la gente quería honrarlo? Finalmente, decidió regresar y permitir que el pueblo lo celebrara y aclamara como merecía. Aunque los primeros momentos fueron de serena alegría, su corazón no estaba preparado para tal muestra de gratitud.
El pueblo celebraba al asesino del Rey como su amado líder y héroe inmortal, aclamándolo con gritos de gratitud y demostraciones de afecto. Aunque se sentía abrumado por el orgullo ante su hazaña, recordaba con asombro que su mano nunca tembló al empuñar la daga. Después del repentino ataque, el Rey cayó a los pies del asesino con una expresión de alivio en su rostro. En medio de la confusión, nadie se atrevió a acercarse siquiera. El asesino se enorgullecía, convencido de que habían sentido su poder, su determinación y su destino.
El nuevo Rey fue proclamado en medio de la celebración. Aunque se sentía feliz por su coronación, observaba con atención los rostros que lo saludaban, consciente de que entre ellos podría haber futuros traidores. Su clarividencia le advertía que tendría que cuidarse de ellos si quería gobernar sin problemas.
Mientras interactuaba con ellos, planeaba formar alianzas y pactos de honor con líderes poderosos para mantener el control del poder. Sin embargo, estaría vigilante de sus movimientos y agudizaría sus habilidades para detectar cualquier conspiración en su contra. Comenzaba a percibir el peligro que lo rodeaba desde distintos ángulos.
Capítulo 24: El No-Rey

Durante el reinado del nuevo monarca, los murales permanecieron en gran medida sin inscripciones. Más astuto e intuitivo que su predecesor, pronto identificó a los autores y cómplices de los escritos, a quienes llamó "poetas malditos". Su crueldad y ambición no conocieron límites, siendo considerado aún peor que sus antecesores en los libros de historia. Utilizó su influencia con los hechiceros para crear un aura oscura a su alrededor. A pesar de sus aspiraciones de una larga vida, murió al caer de un caballo, 15 años después de ascender al trono.
Tras el reinado del hijo idiota del monarca anterior, marcado por múltiples rebeliones cada vez más devastadoras, emergió un nuevo líder, conocido como el No-Rey. En su coronación proclamó su deseo de renunciar al título de Rey, optando por ser un aliado del pueblo en lugar de su gobernante. Su declaración desconcertó a muchos, pero sentó las bases para un cambio radical en el gobierno.
El No-Rey, aunque muchos lo consideraban un loco o incluso más idiota que su predecesor, era conocido por su presunta participación en la escritura de frases en las paredes del reino. Al día siguiente de su ascenso al poder, purgó su círculo de colaboradores y consejeros, optando por consultar directamente a la gente. Abandonó los lujosos carruajes reales y se dedicó a caminar por las calles, conversando con la población y pidiéndoles su opinión sobre cómo gobernar. Invitó a todos, sin importar su posición social, edad o origen, a participar en la toma de decisiones sobre los problemas del reino.
El No-Rey sugirió a la gente que se reuniera para discutir el camino a seguir. Sin embargo, el proceso no fue fácil, ya que muchos no estaban acostumbrados a organizarse ni a participar en la toma de decisiones. Algunos estaban emocionados por la posibilidad de decidir su destino, mientras que otros se sentían confundidos y temerosos. Surgieron preocupaciones sobre la igualdad de voz para jóvenes y viejos, mujeres y hombres, así como sobre la educación, la igualdad racial y la distribución de la riqueza. Estas discusiones provocaron debates intensos y división entre la población.
Los ánimos estaban tensos, con enfrentamientos verbales y físicos frecuentes. La población se dividió entre los partidarios del cambio, identificados por túnicas moradas, y los opositores, que llevaban capas azules con un signo de interrogación. Algunos, desilusionados, abandonaron el reino en busca de lugares donde las cosas no se cuestionaran. Un día, apareció una frase en la plaza principal: "le tengo miedo a la libertad". Aunque el No-Rey y los presentes rieron, sabían que reflejaba sus propios temores. El No-Rey admitió comprender al autor de la frase y confesó tener miedo a los desafíos que conlleva la libertad.
El No-Rey se mantuvo en silencio y se alejó caminando. Aunque ya no estaba a la vista, la gente permaneció en silencio, quizás tratando de asimilar las reflexiones que había provocado.
Capítulo 25: El comienzo

Después de largas y a veces agotadoras discusiones, la mayoría del reino decidió implementar cambios significativos en áreas como la naturaleza, la educación, la salud pública, las normas de convivencia, el ejercicio del poder, las relaciones interpersonales y las tradiciones a mantener y desechar con el tiempo. El No-Rey sobrevivió a numerosos intentos de asesinato, tanto de los antiguos poderosos como de aquellos que se suponía que se beneficiarían de los cambios. A su muerte, hubo celebraciones en las calles por su desaparición, pero también hubo quienes lamentaron su pérdida durante años. Con el tiempo, el No-Rey se convirtió en una figura más allá del bien y del mal, siendo honrado con estatuas, bustos, obeliscos y mausoleos, así como con libros, manuales, tratados y folletos conmemorativos que lo presentaban como un "símbolo imperecedero de nuestra historia".
El No-Rey expresó en una de sus asambleas que no buscaba honores ni monumentos en su nombre, sino inspirar a otros con su ejemplo. Su deseo era que cada individuo se convirtiera en un "No-Rey" o "No-Reina", aprendiendo a escuchar, dialogar, respetarse a sí mismos y a los demás, y a amar la vida en sus propios reinos, ya sean pequeños o grandes.